jueves, 24 de abril de 2014

TIBURON

Cuando se presenta una oferta pública de adquisición de acciones (OPA), y la entidad oferente lanza la OPA sin el objetivo de gestionar la empresa, estaremos ante una estrategia ofensiva denominada coloquialmente como “tiburón”. La entidad oferente lo único que se pretende es revender rápidamente la sociedad afectada, o cerrarla, obteniendo un beneficio extraordinario y rápido. En general, el “tiburón” lo que busca es ganar dinero, y no le importa cómo; es decir, si toma una posición del 5% de una empresa, y amenaza con una OPA hostil, es muy posible que la empresa afectada esté dispuesta a recomprarle el paquete con una plusvalía por ejemplo del 25%, siempre que renuncie a su objetivo. Un ejemplo muy claro lo tuvimos en el año 1987 cuando la entidad kuwaití KIO acosó al antiguo Banco de Vizcaya, adquiriendo un 5% de su capital, y dado que las cotizaciones estaban muy bajas, el Banco vio la posibilidad de que esta entidad se hiciera con el control del banco, habida cuenta de que el Consejo tenía muy pocas acciones. Finalmente, llegaron a un acuerdo para recomprar el paquete de acciones, con una elevada plusvalía. También es cierto, que para ser “tiburón” hay que tener un elevado “colateral”; esto es, hay que tener dinero. No se puede jugar de farol en el “Gran Juego”. El mundo de los negocios es lo suficientemente cruel para que aunque se ponga “cara de poker”, no se adivinen las intenciones del contrario. Si no se dispone de los primeros cientos de millones necesarios para comprar en contado un porcentaje significativo de una empresa, no tiene sentido seguir adelante, porque la entidad afectada sabrá que se está corto de liquidez, y que ninguna entidad financiera estará dispuesta a prestar un aval para lanzar una OPA, por lo que el “tiburón” se convertirá de hecho en un accionista financiero, al que nunca se le permitirá tener acceso a la gestión de la entidad. Además, tomar un porcentaje de capital no significa lo mismo en todas las operaciones. Por ejemplo, el antiguo BBV tomó una posición del 8% del capital de un banco británico medio, el Standard Chartered, y cuando se planteó al Consejo del banco inglés la posibilidad de una alianza o intercambio accionarial, el consejo del banco, seguro de su posición, se limitó a ignorar la teórica amenaza de tener a otra entidad financiera con el 8% del capital. En ese caso, BBV tuvo que desistir y vender en bolsa el paquete, eso sí, con plusvalías. Distinto es el caso en el que el “tiburón” decide financiar la OPA con una emisión de bonos basura (junk bonds en terminología anglosajona), que toman como garantía los propios activos de la entidad afectada. Esta figura, denominada compra con apalancamiento (leveraged buy-out en terminología anglosajona), puede tener éxito, por lo que la sociedad afectada, no sólo debe fijarse en si tiene o no tiene dinero el “tiburón”, sino también en si ella misma, como empresa, tiene activos infravalorados susceptibles de ser hipotecados en garantía colateral de instrumentos de renta fija. A veces el problema lo tenemos dentro de la propia casa, y no nos damos cuenta, ya que el mercado desconoce que tenemos estas reservas ocultas, y lógicamente no nos las valora.

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